Betts Sims
- 4 feb 2023
- 8 Min. de lectura

8. Descubriendo la verdad...

-¿Quieres que te cuente una historia, Aileen?

-Vale -Contestó ella curiosa, mirando a ese hombre que le resultaba familiar-

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Desde que era un crío, Allan, fue consciente que no era igual al resto de niños. Era solitario y de pocas amistades, prefería pasar tiempo en casa leyendo libros o hablando con sus amigos imaginarios.

Esto trajo, en más de una ocasión, problemas y burlas del resto de compañeros de la escuela o de algún vecino. Pero él nunca hizo caso a esa gente. Sabía que tenía un don innato y se le había dado por algo.

No era de extrañar, pues varios miembros de su familia poseían capacidades extrasensoriales desarrolladas; telépatas, clariaudientes, sueños premonitorios, proyección psíquica...

Y es que Allan poseía la capacidad de ver y hablar con seres que ya no estaban en el plano terrestre.

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Siendo él un adolescente entendió que su misión en la vida era ayudar a esas almas que acababan de dejar la vida mortal. Y tomó esa decisión, cuando horas después de que su abuela falleciese esta se le apareciera para despedirse de él.

Y ahí todo cobró sentido para él. Empezó a hacer reuniones, siempre gratuitas pues el trabajo del médium debía ser de buena voluntad y no usarse como lucro o a favor de uno mismo.

Con la practica descubrió que no todas las almas que acudían a él iban con buenas intenciones, algunas eran más perversas que otras y pretendían hacer daño.

Con esas debía tener especial cuidado.

Hablarles, hacerles entender que ese no era su lugar y que debían cruzar al plano astral. Entendió que cuando alguien fallecía de manera violenta o en un estado de ira, si su alma permanecía mucho tiempo en el plano mortal, esta empezaba a transformarse en un ser de bajo astral, alimentándose de los más bajos pensamientos y sus acciones no eran las mejores.

Estos incluso podían llegar a ser muy dañinos.

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La primera vez que Allan vio a Annie, se quedó prendado de ella. Le pareció la chica más bonita del mundo. Sus ojos verdes desprendían felicidad y bondad a partes iguales.

Estudiaban en la misma universidad y enseguida comenzaron una relación en donde la sinceridad era la base de todo.

Él le contó lo que hacía y ella, aunque al principio se asustó un poco, entendió que cuando de verdad se ama a alguien no importa el pasado de esa persona ni lo que lleva consigo, siempre y cuando no perjudique. Solo importa lo que juntos vayan construyendo...

Poco a poco, Allan fue enseñando a Annie todo lo que hacían en sus reuniones. Y en poco tiempo, ella formó parte también de estas.

No era algo habitual, pero en contadas ocasiones Allan había permitido que algún espíritu le poseyera para así dar el mensaje a personas algo más escépticas. Era un método que no le acababa de gustar ya que después de eso terminaba bastante cansado y tardaba un par de días en reponerse del todo. Lo más habitual era dar el mensaje él mismo, comunicándose con el fallecido y la persona receptora de este.

Tiempo después, Annie quedó embarazada. Ya habían terminado la universidad y se habían mudado a un pueblecito tranquilo y sin muchas complicaciones.

Allan advirtió a su mujer que el bebé podría tener las mismas capacidades que él, que era algo muy habitual en su familia. Esta lo aceptó sin problemas. Ya estaría él para ir enseñándole todo lo que necesitase.

Pero no todo es color de rosa y la vida a veces tiene sorpresas inesperadas que parten el alma.

Una noche, cuando Allan volvía conduciendo del trabajo (él, que al no cobrar sus sesiones tenía que buscarse la vida, había decidido estudiar medicina) perdió el control de su vehículo, y terminó chocando contra un árbol.

El impacto fue tan grande que Allan murió al instante.

Y así fue como la vida de Annie y su bebé cambió de manera abrupta.

Fueron meses oscuros para la mujer. Estaba sola y a punto de dar a luz.

La habían despedido del trabajo y apenas le llegaba para mantenerse. La paga que le quedó al enviudar no era suficiente. Estaba desesperada.

Y cuando se está desesperado, siempre aparece alguien para aprovecharse de esa situación y sacar partido a su favor. Así fue como apareció George en la vida de Annie. Eran vecinos, sabía de la desgracia de la mujer.

Llevaba enamorado de ella en secreto desde que se mudaron, y maldecía a Allan cada vez que los veía juntos y enamorados. Cuantas veces deseó su muerte y ahora, parecía que el mismísimo Satanás le había puesto en bandeja a la mujer.

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Aileen, se sorprendió mucho cuando el hombre le mostró la cara del que hasta ahora había pensado que era su padre...Tal fue su sorpresa que volvió a su cuerpo de repente.

Todo comenzó a tener sentido...Por eso jamás se sintió unida a ese ser despreciable...Pero, faltaban cosas por contar...Lo sabía...

Y tenia que buscar información sobre lo que le acababa de pasar...

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Aileen sabía que aquello que le había pasado días atrás en casa de Cobain, no era un sueño. Y lo sabía porque la sensación que tuvo al despertar no era la misma que se tiene cuando se sueña. Al abrir los ojos, sintió una paz profunda. Como si realmente hubiese estado con ese hombre que resultó ser su padre biológico.

Ella, que entendía algo de estas cosas, sabía que eso tenía un nombre. Pero necesitaba aclarar sus dudas, leer e informarse.

Si bien era cierto que desde bien pequeña sintió una profunda conexión con todo lo oculto y todo lo relacionado con las energías y la magia, pero había cosas que aún se le escapaban.

Por un momento pensó en buscar la información desde el ordenador de Cobain, pero prefirió no hacerlo. Él aún seguía un tanto molesto por la nochecita loca que pasó con Kat...

Se despidió de Alala, cogió un paraguas y puso rumbo a la biblioteca de la universidad, donde seguro estaría más tranquila y concentrada.

Tal y como había pensado, lo que experimentó noches atrás había sido una proyección astral, o viaje astral.

Al contrario de lo que se conocía, que la mayoría de veces eran por una experiencia cercana a la muerte, los viajes astrales también podían ser de manera espontánea si la persona estaba cerca del sueño o durante este. Había quien era más propenso a "viajar", otros necesitaban practicar mucho hasta conseguirlo.

Sea como fuere, Aileen había "viajado" y allí, en sus acantilados queridos había encontrado a su padre. Y le había contado, o mostrado más bien, parte del pasado.

Y se preguntaba si, en caso de volver a pasarle lo mismo, volvería a encontrarse con él. O solo había sido algo puntual. Ahora que había descubierto esa parte de su vida, sentía curiosidad por saber algo más. ¿Tendría a algún familiar vivo por parte de padre? ¿O de madre?

En cuanto llegase a casa, se metería en la cama y a ver si con un poco de suerte, volvía a pasarle lo mismo. Quería saber más cosas sobre su madre. De ella sólo tenía una vieja foto y nada más. Lo único que le había dicho siempre el bastardo es que ella había fallecido de una enfermedad cuando Aileen era pequeña. Y nunca más se volvió a hablar de su ella.

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Poco después de nacer el bebé de Annie, que resultó ser una rubia y rolliza niña, George se ofreció a ayudarla económicamente. Al principio ella era reacia, pues no quería la cercanía de ese hombre, pero estaba pasándolo tan mal que al final tuvo que hacer de tripas corazón y aceptar.

Un bebé trae consigo un gasto enorme, entre pañales, ropita, alimento...Y los pagos se acumulaban y Anne se vio tan sobrepasada que al final tuvo que mudarse con George cuando el hombre se lo propuso.

Aún así,los primeros años fueron pasables. Anne solo tenía ojitos para su niña.

El nombre de Aileen era una mezcla de los nombres de su padres. Al morir Allan, aún no habían decidido como iban a llamarla. Y Annie, en recuerdo, los combinó. Algo que cabreó a George. El que Annie tuviera tan presente a su difunto esposo.

Ella intentaba ignorar sus comentarios sarcásticos y se centraba en su hija.

Desde bien pequeña, Aileen, dio señales de tener las mismas capacidades que su padre. Cuando la pequeña contaba con 3 añitos, Annie descubrió que ella veía a Allan.

Y fue de la manera más casual. Estando Aileen jugando en el salón mientras Annie le tejía un jersey, la niña empezó a reír a carcajadas, Annie obviamente se sorprendió y observó a la pequeña. Esta movía sus labios y señalaba algún punto vacío del salón. Annie se acercó a la niña y le preguntó:

-Cariño, ¿con quien hablas?

A decir verdad no esperaba respuesta. Pero lo que Aileen dijo la dejó petrificada.

-Papa -Y la niña volvió a reír-

Annie nunca quiso que Aileen reprimiese sus dones, pues era algo maravilloso y en cierta manera saber que Allan estaba ahí, aunque ella no le viese, la hacía feliz.

George, por el contrario, siempre que escuchaba a Aileen hablar o decir algo relacionado con su verdadero padre, la reñía, diciéndole que era una mentirosa y solo eran imaginaciones suyas, que él era su padre. Era un hombre celoso y egocéntrico. Jamás consiguió que Annie fuese suya y eso le provocaba una ira que iba acumulando día tras día. Siempre estuvo celoso de Allan. Odiaba a la pequeña, no soportaba tenerla cerca.

Una noche, cuando Aileen contaba con cinco añitos, George volvió a casa apestando a alcohol. Ya estaba enfadado, pero lo que terminó de llenarlo de ira fue encontrarse a Annie mirando una foto de su difunto esposo mientras lloraba.

Los celos se apoderaron del hombre y sin pensar muy bien en sus actos, se fue hacia la mujer y empezó a golpearla pillándola totalmente desprevenida. Annie intentó con todas sus fuerzas sacárselo de encima y defenderse, pero el hombre parecía una bestia descontrolada. Las venas del cuello se le marcaban tanto que pensó que de un momento a otro le iban a explotar. Su rostro se volvió rojo de ira, la boca le sabía a hierro, escupió en el suelo sin escuchar los gritos de la mujer pidiendo auxilio. Volcó toda su frustración, su odio, su rencor, sus celos y su cobardía contra la mujer que ya apenas podía defenderse. Estaba matándola a golpes.

George tuvo unos segundos de lucidez, los justos para observar a Annie tendida en el suelo, amoratada y con la cara destrozada por sus puños.

La mujer alzó débilmente la vista hasta quedarse cara a cara con su agresor que respiraba de forma entrecortada. Ella alzó levemente el mentón de forma desafiante y orgullosa y con un hilo de voz le dijo:

-Te odio.

Y George terminó de volverse loco. Fue a la cocina cogió un cuchillo y sin pensar le asestó varias puñaladas a la mujer mientras dejaba escapar de su garganta un grito de rabia y odio hacia ella.

Y todo se volvió rojo....

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A partir de ese momento la vida de Aileen dio un cambio radical. Pasó de ser una niña risueña y alocada a retraída y miedosa. Cada vez que George la pillaba desprevenida hablando sola y esta le decía que hablaba con un hombre, él la castigaba o la abofeteaba. Y así, poco a poco, el don de Aileen se fue aletargando. Hasta que tiempo después dejó de ver y sentir la presencia de ese hombre que tanta calma y paz le transmitía...Todo quedó dormido salvo su capacidad de ver auras, pero esto ya es otra historia...

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