De nuevo había vuelto a esa parte oscura de la ciudad. No lo podía evitar. Siempre se repetía que sería la última.
Sara siempre acudía cuando él la llamaba. Pagaba bien. Y total, la gran mayoría de las veces era solo para bailar frente a él mientras se colocaba.
Ian miraba las rayas de coca como si fueran un caramelo y él un niño pequeño. Se le hacía la boca agua solo de pensar en los efectos que ésta le producía.
Pero esa noche necesitaba algo más. Algo más fuerte que le hiciese olvidar toda la mierda a su alrededor.
Llevaba un ritmo de vida demasiado frenético. Malas compañías, malas decisiones, malos recuerdos...todo eso era un cóctel explosivo en la cabeza de Ian.
Cogió la jeringuilla que estaba encima del bidón oxidado y se sentó en el suelo. Hizo caso omiso a la goma que tenía y directamente se chutó.
Y ahí llegó, su "Luna de miel". Ian exhaló el aire de sus pulmones en un gemido de verdadero placer. Notaba como las tensiones de su ya maltrecho cuerpo se distendían y se relajaba por completo.
Pero esta vez, después del intenso placer no vino la euforia a continuación. Algo iba mal. Su cuerpo ya no pudo soportarlo más. Y cayó al suelo.
Su respiración se tornó más lenta, y el pulso de su pobre corazón se debilitó, y él notaba como la vida se le escapaba sin poder hacer nada. Sabía que la dosis que se había inyectado era más de lo que podría soportar y aún así lo hizo.
Sara se asustó cuando le vio tendido en el suelo, inerte. Se llevó las manos a la boca pensando atropelladamente qué hacer. Y se acercó a él.
S- Ian! No me hagas esto! No no no! Despierta hijo de puta!
Sara le palmeaba la cara en un vano intento de despertarlo, pero el hombre seguía inconsciente y sin reaccionar a ningún estímulo.
Ella cogió su teléfono y llamó a la ambulancia y ya de paso, se cobró la tarifa que para algo había estado bailando durante dos horas y tenía los pies cansado de tanta tacón.
En ese camino hacia la mala vida, Ian había herido a personas muy importantes para él y se arrepentía. Había hecho cosas muy feas para conseguir droga cuando estaba desesperado y era algo de lo que no estaba especialmente orgulloso.
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En ese instante, entre la vida y la muerte, vio la luz. Y supo que debía entregar su vida al Señor, para expiar sus pecados y ganarse el perdón de Dios por todo el daño que había ocasionado a sus más allegados.
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Después de eso, Ian pasó una semana ingresado en el hospital. Una semana en la cual nadie pasó a visitarlo.
Se dio cuenta de lo egoísta que había sido y fue en esa fría y solitaria habitación de hospital donde se empezó a replantear la vida que había llevado hasta ese momento.
Esta fantasía por fin la pariste y vio la luz!!!😍
Me ha encantado esta intro y no sé con qué pedarme si con tu narración tan exquisita como siempre (como profe es un orgasmo a la vista) o las imágenes tan desgarradoras de Ian pero a la vez tan bonitas por como las tomas.
Yas sabes que ardía en deseos de que la publicaras y ahora que lo hiciste, con ganas de seguirla!!
Aaahhhh!! Que maravilla del señor nena, que ganas tenia de verla al fin tu aiempre haciendo tu magia!!! Este hombre necesitaba una ostia asi para darse cuenta de la realidad y comenzar de nuevo.
Madre mia… vaya comienzo! Enganchada estoy desde ya 😍😍😍 ¿y el nombre de la historia? Me flipa! Haces magia nena, aunque eso ya te lo he dicho como un millon de veces ❤️
QUIERO MAAAAAASAAS!!
Ian tuvo una vida bastante complicada, llena de malas decisiones pero se percató de ello y la vida le dio una segunda oportunidad para darse a si mismo un cambio radical. Oooohhh desde ya esta historia me capturó. ¿Qué pasará luego? 😲😲😲